domingo, 25 de noviembre de 2012

Dragones de Hojalata


Consideraba solo un puñado de notas como la espina dorsal de mis canciones, algo así como un estribillo picante y travieso, pero cuando me sentaba al piano las melodías se trastocaban. Dos tonos más arriba, tres más abajo. Tal vez mi piano era un miope poco acertado con su oculista o tal vez era yo.

Como autor frustrado hay que decir que era uno de los mejores. Mi música sonaba en los anuncios de cereales “Osito Crujiente”, así como en las gamas “Osito Meloso”, “Osito Frutas del Bosque” y “Osito sin Azúcares Añadidos”. Todos los días veía a ese Osito reír y convertirse en cereales, reír y convertirse en cereales, era algo que no podía soportar.

Cuando tenía 20 años compuse los temas de dos musicales. El nunca estrenado “Dragones de Hojalata” y “Los Placeres de Santa Teresa”. Dragones de hojalata habría sido una obra maestra, pero no se encontró a nadie para financiarla, o algo así. No asistí al estreno de los Placeres.

Estaba bloqueado de alguna manera, pero funcionaba. Ya sabes a que me refiero, no es como si te congelaran y pudieras ver el mundo girar a tu alrededor, es como si lo supieras todo y pero solo pudieras contar la mitad, era como si tuviera miedo de mi música y no me dejara sacarla fuera. No sabía si estaba en mi cabeza o en mis manos, o en el piano. Y los demás sonríen y dicen <<Bien, está muy bien, queremos que sigas así>> y piensas <<Eso no es lo que yo quería decir>>. 
Pero ellos solo dicen bien y te pagan en cheques al portador. Así que me quedo callado porque al final todo está bien. Y vivo imaginando música que no es mía y cobrando los cheques de otro. Pero oye,  es buena música, a los chicos les encanta, y podría hacerlo igual de bien mañana o el mes que viene.
Aún así los neones de Broadway todavía brillan en mi cabeza algunas noches. Esas noches son las mejores. Veo el cartel de Dragones de Hojalata entre El Fantasma de la Ópera y Chicago, a veces Los Miserables. Y siempre hay mucha gente mirando los carteles. Y ahí están los Dragones, en el centro, brillando con fuerza. Y cobran vida y vuelan y todo el mundo parece muy emocionado por ellos. Y me despierto llorando de felicidad, pero nunca dura mucho.

Un día le enseñe “Dragones de Hojalata” a mi agente, le había hablado mucho de la niña y sus dragones de papel de plata, de cómo los colgaba siempre del techo para que la vigilasen por la noche, de su padre, que una tarde los aplastó y tiró a la basura y de cuanto había llorado la niña esa noche. Cuando leyó el guión y escuchó las partituras me dijo <<Es demasiado real, frío. Pero has mejorado, no cambies, chico>>.
<<¿Qué?>> Le respondí.

3 comentarios:

  1. Paloma Magia del Bosque18 de diciembre de 2012, 2:35

    olaa tus obras me encantan y creo qe tendrias qe escribir mas porqe me siento mui identificada y me encanta tu estilo

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  2. No tienes idea de cuanto me animas ^_^
    A mi también me gustaría escribir más, pero no me encuentro muy inspirado que se diga xD

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  3. Oh!....¿Qué le pasa al pequeño Raven?;-)

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