A veces intento escribir
y solo miro hacia abajo
y la mesa es como el mundo
viejo y desgarrado
donde se abrieron valles que sangraron
polvo de astillas
Hay mucha infancia agria y dolorida
ahí
casi toda perdió el sentido
hace mucho tiempo
Por entonces brillaban los dragones de hojalata
cuando morían
entre chispas prendidas con lágrimas de saurio
y el tamaño de nuestra entrepierna
era a la inversa
proporcional a nuestro coraje
claro
que no no había muerte a la que tener miedo
solo cuentos de caballeros bajo las sábanas
Y las mujeres eran todas bellas
como la muerte de los dragones.