El mundo es muy pequeño, o nosotros muy grandes según se mire. Sea como fuere, el caso es que hace no mucho cumplimos los 7.000 millones de habitantes en este, nuestro gran planeta gris. Y ya puestos, decidí buscar remedio a tal problema. Procedamos con el análisis de unas cuantas soluciones:
El suicidio colectivo es la primera que me viene a la mente, pero por lo general la gente no se anima, y los que se animarían de presentárseles la ocasión, por lo general, ya no están entre nosotros.
Mudarnos a otro planeta es una idea preciosa, rollo ciencia-ficción, pero aparte de ser solo una solución para los próximos años (solo tardamos 200 en pasar de 1.000 millones a 7.000), no creo que estemos preparados. Tened en cuenta que en cuestión de viajes interplanetarios estamos un poco verdes (un par de viajes a la Luna y ya nos creemos parte de una novela de Asimov).
El control de la natalidad es una idea para tiempos modernos, demasiado fría para los que todavía se consideran Seres Humanos. Es más, solo trata de imaginar un gobierno que impida a sus ciudadanos hacerlo como conejos (aparte del chino, que trata, en efecto, a su gente como mano de obra), las consecuencias son evidentes. Rebeliones, guerras civiles, hecatombes nucleares por doquier... Por eso a algunos, el control de la natalidad les parece una solución de bárbaros.
Así pues, como solución última, he ideado el sistema que terminará a la vez con las guerras (obsoleto sistema de control demográfico) y con la superpoblación. Y es que en ocasiones la "amplia" mirada del hombre es un poco obtusa. Me atrevo a predecir que la cantidad de armas en activo es muy alta, tal alta, que tal vez pueda abastecer a gran parte de la población infantil (sino a toda).
He aquí mi proyecto, esta navidad, cambia la Barbie por un subfusil, cambia el robot por un machete, en fin, esta navidad ¡Regálale un arma a un niño!
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